Hace 10 años de la absoluta consagración de una estrella atípica en la constelación hollywoodiense: Matt Damon.
«El ultimátum de Bourne» es un caso curioso. Para empezar demostró que la formula funcionaba, la «fórmula Greengrass». Y no me refiero al guion (eso ya lo demostró la primera película) si no al estilo agresivo en la puesta en escena y en el montaje, obra del director Paul Greengrass. A pesar de que fue el director Doug Liman el que parió la saga (actualizando la entrañable «tv movie» protagonizada por Richard Chamberlain y Jaclyn Smith, ex-angel de Charlie) Paul Greengrass ha sido su padre adoptivo.
Doug Liman es un artesano invisible, de los muchos que hay en Hollywood que sabe vender una idea, conseguir que una película se entretenida (algo muy difícil en cualquier época del cine) pero no tiene un reconocido sello autorial. Paul Greengrass si lo tiene y aunque no sea del gusto de todos (a mi me costó acostumbrarme a su estilo nervioso, sobre todo en las escenas de acción) hay que reconocer su impacto visual que ofrece algo diferente al espectador.
Tampoco es una secuela típica. Juega con el espectador a nivel narrativo, y al final acaba igual que el protagonista: intentando llenar lagunas entre increíbles escenas de acción.
Qué curioso, James bond inspiro a Jason Bourne (J. B: comparten iniciales) en los libros y el Jason Bourne del cine ha inspirado la nueva etapa de James Bond protagonizada por Daniel Craig. Que bien se recicla todo ¿eh?
Pero ahí no se terminan los paralelismos y semejanzas entre agentes secretos. Matt Damon terminó el rodaje declarando un «Sean Connery», es decir, que no volvería a interpretar al espía, al igual que pasó con el primer Bond. Pero cuando se trata de espías «nunca digas nunca jamás»…y en los dos casos volvieron a sus personajes después de un largo tiempo de reflexión.
Como curiosidad, la parte técnica fue reconocida por la academia. Ganó tres premios Oscar en el 2007: mejor montaje, mejor sonido, y mejor edición de sonido.
-LO MEJOR:
-La valentía narrativa de su guion no apta para espectadores perezosos.
-En esta secuela, su director, Paul Greengrass, pulió su estilo característico, sobre todo en sus escenas de acción.
-LO PEOR
– La ambigüedad es buena hasta cierto punto pero no da la sensación de cierre de arco argumental (que es normalmente la función del tercera parte de una trilogía) algo que ya solucionaron recientemente con la última secuela «Jason Bourne (2016)»
Angelo Khemlani (director de cortometrajes, bloguero en «Bhollywood y Angelo», locutor en «¡No me cuentes peliculas!» y «Holocausto Zinéfago»)